Una Voigtländer Vito de mi padre fue la culpable de atraer mi interés hacia la fotografía. Contaba con cerca de catorce años cuando empecé a utilizar aquella pequeña joya, primero para ir aumentando nuestro pequeño álbum familiar, y después, poco a poco para documentar mis primeras experiencias en la ciudad y especialmente en mi inicio a la actividad de la montaña.
Desde entonces, y estamos hablando de principios de los 70, Asahi Pentax, Mamiya, Nikon y finalmente las nuevas Mirrorless de Fuji me han acompañado en esta apasionante aventura.
Agradecer por otra parte la fortuna de coincidir en el tiempo con la imparable revolución vivida por la fotografía química hacia la fotografía digital, habiendo experimentado en el primero de los casos todos sus procesos técnicos, desde la toma fotográfica, a la sorprendente magia del laboratorio oscuro.
Una disciplina que no me ha abandonado en mi etapa profesional, ya que está íntimamente vinculada al marketing y la comunicación industrial, actividad a la que dedico la mayor parte de mi tiempo. En el caso de la fotografía, ya sea coordinando largas y numerosas sesiones de estudio junto a profesionales a quién estaré siempre agradecido por compartir sus conocimientos conmigo, o de unos años a esta parte, realizando yo mismo la toma de imágenes en diferentes ámbitos de la fotografía industrial o corporativa, instalaciones, maquinaria, bodegones de producto, eventos, sesiones de trabajo, retrato de colaboradores, etc.
Una historia vinculada a la fotografía que me ha animado a reunir en este sitio, una pequeña muestra de imágenes que ilustren el tipo de escenas que normalmente atraen más mi atención.
Vaya de paso, mi agradecimiento por visitarlo.
Fernando Quesada